martes, 5 de abril de 2011

De Catedrales y Validos

No es fácil olvidar aquel flautista,
ese que tocaba frente a la puerta.


Te ví, te acercabas poco a poco.


Solo soy capaz de recordar, desde ese momento.
Tu boca. Tu cuerpo.


Charlas indiscriminadas de domingo,
conversaciones profundas de lunes.
Tú hacías ademanes de querer arreglar mi vida;
Yo intentaba dulcificar tu estancia.

Calle a calle estabas más cerca de mí.
Ascendíamos.
En una noche sin estrellas jugamos a contarlas; era normal.
Incluso en un mundo sin seres humanos hubiéramos sido capaces de inventarlos.

Me ilusiono, como cada vez.

"La esperanza de aquello que nunca llega,
irónicamente,
nunca deja de perderse"

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